Con padron muy reducido y diezmado se celebran las elecciones internas del partido radical.

Con un padrón de 8.000 afiliados muy reducido por los desencantados con la unidad sólo dirigencial con el PRO.
Al punto que sólo se espera una participación del 40% muy lejana a las épocas de oro del radicalismo.

Espejo sienta su fortaleza en una fuerte ligazón con Rogelio, quién no ha mezquinado fotos con la candidata y rúbrica de contratos en más de tres organismos.

Por otro lado se encuentra la casi eterna estructura de las familias López, Rotman, Benítez que eternamente oficiaron como duro tapón para la renovación de nuevas líneas y generación.

Por último cierra la compulsa Kosarinsky como una expresión minoritaria que sólo cuenta con el apoyo del eterno diputado Rogel, que gracias a una gran destreza para los acuerdos de cupula constantemente a logrado ocupar un escaño en la cámara baja.

La discusión que sobrevuela toda esta instancia es la cuasi desaparición del radicalismo como fuerza de oposición y la necesidad de que la política argentina cuente con un partido político que oficie de contralor, a fin de recuperar las funciones constitucionales del los partidos políticos como órganos fundamentales del sistema democrático.

Hoy el radicalismo se encuentra reducido a una mera estructura territorial e histórica al servicio de un grupuzco inmoral, liberal y delicuencial que sólo apunta su accionar político a beneficiar a las familias más concentradas del país y los grupos financieros internacionales, nada más y nada menos que la antítesis de las bases por las que se creó el radicalismo por haya por principio del siglo pasado